Conductores al volante (2007)

Yo vivía a los pies de los cerros. Silencio general. Como ruido sólo un cabro chico del vecino que grita mucho o maestros que entre cumbia y cumbia se ríen a carcajadas y se hacen notar.

El resto, silencio. Sólo el murmullo del viento como silbido.

Ahora vivo en un depa, entre calles ni muy grandes ni muy chicas, en un décimo piso.
Y estoy impresionado por la cantidad de bocinas que se hacen escuchar incluso atravesando el vidrio de mis ventanas. A toda hora. Sonido constante.

Esto, omitiendo el cuando me asomo y observo como en la calle es común, principalmente en la noche, que los conductores no respeten el semáforo y pasen, de forma literal, cuando quieran.

Así no extrañan los accidentes. No necesitamos de las autopistas para justificar la mortalidad de las calles. No es necesario el borracho chorizo que acelera más de la cuenta.

Solo hay que contemplar, abrir ojos y oídos que la prepotencia y las chantadas se hacen sentir.

Agrego las características de los conductores como grupo. Son agresivos, desafiantes, la gran mayoría utiliza el tráfico como un manual de sugerencias. Un grupo donde el respeto al otro está enterrado, en un ahogo por los tacos, el calor (en verano), la lluvia y el frío (en invierno) y la internalizada idea de hacer notar hasta demostrar que el que esta al volante es uno.

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