Crónicas de chaquetas

Mi madre siempre me ha considerado un fanático de las chaquetas. Y la verdad es que no se equivoca. Puedo tener 20 chaquetas y un pantalón. O andar con los calchunchos rotos, pero los hombros con telas nuevas sobre ellos.
Así, el otro día estaba pensando en las chaquetas que me han marcado a lo largo de mi vida. Tomando desde mis noveles 15 hasta mis 28 actuales han pasado, sin exagerar, por lo menos 200 chaquetas por mis closets. De ellas, muchas desapercibidas; fueron de esos regalos que uno encuentra lindos, pero nunca se pone o esas compras victimas de la seducción en un mercado innecesario que nos tienta. Como sea, realicé un Top Ten de esa lista con un análisis implícito: cada una es referente a un momento de mi vida, un espejo de mis inseguridades y confianzas, de mis preocupaciones y relaciones sociales. Muchas son las primeras en algo o en alguna visión de la vida adoptada.
Por lo anterior, no sólo es la lista, sino más una reseña a cada una de esas prendas memorables, esos pocas cosas –objetos- a los que les tengo cariño verdadero y nostalgia periódica.
Por orden cronológico aproximado, ya que no me acuerdo los años exactos, si más o menos el momento, sin ninguna rigurosidad.
Misma onda.
1.- La primera, como no, es la chaqueta del génesis, la que comienza con este gusto ropero: la famosa Mc Fly. La Mc Fly es una chaqueta poleron vintage típica de los 80’s y 90’s. Yo la tuve en mi closet como un año (1999-2000), pero pasó por el armario de por lo menos 8 amigos más. Era simplemente mística, nadie sabía muy bien por que, ni por que generaba tanta atracción. Imagino que debe haber sido por dos motivos: uno) era heredada del hermano grande de Ismael, un compadre que era muy indiferente en esa época y marcaba el estilo de “soy rebelde”. La dos), era la cantidad de éxitos amorosos de los que esta maravilla fue protagonista. En lo personal, me acerco más a la dos, sin embargo, no hay que dejar de lado que en esa época nuestros referentes eran nuestros hermanos, por lo que de alguna manera, también imponían nuestra moda. A todo esto, la chaqueta en el camino se deshilachó, se manchó y se le rompió el cierre y bolsillos, pero según cuenta la mitología sólo murió hace pocos años y su último usuario no fue nadie más que el hermano más chico del dueño original. Una leyenda del estilo adolescente de esos años.
Esta es bastante similar.
2.- La segunda tiene procedencia en el mismo hermano mayor del amigo y aún la tengo, esperando un nuevo momento que la haga especial. Es una chaqueta que ya llevaba sus buenos años guardada cuando la rescaté de la oscuridad. Es de cuero negro excelente calidad y corte 3/4. Al principio la usé para una fiesta de disfraces, pero me encantó y no me la saqué durante un buen tiempo, marcando tendencia en chaquetas de cuero ya que fue mucho antes de que todos las comenzaran a usar y, de pasada, contaba con el valor agregado que es otro corte  de confección que los típicos. No digo que marqué la moda ni nada así, simplemente yo fui uno de los tantos pioneros de nuestra generación que escaparon de la moda tipo. Obvio, vanguardia para nuestros pares, ya que el cuero es el elemento maestro en abrigo históricamente hablando. En esa época (2000 – 2003) comencé a desarrollar mi fanatismo por el rockanroll, por lo que la chaqueta me hacía sentir original y rudo. Además, tenía un aire Matrix, película de culto y que en esa fecha era simplemente la Biblia de muchos, en los que me incluyo. Por otro lado, esos años fueron además los que empecé a escribir más y en serio, lo que la relaciona con el nacimiento y desarrollo de un espíritu más underground y bohemio, círculos en los que quería puro entrar y por supuesto, pertenecer. el club de los rebeldes sin causa.
Corte identico, desgaste no.
3.- La tercera es probablemente la chaqueta que más he usado y más me ha gustado en mi vida. Era una chaqueta de jeans añejo, con un corte ochentero (más corta en la cintura) y forrada con chiporro del original de oveja, muy grueso. Era marca Levis, la primera prenda que tuve de esa marca y eso me causaba una sensación de alineamiento juvenil (mi madre me compró todo en Patronato hasta como los 13 cuando recién comencé a elegir y cambió esos barrios por Falabella). La compré en una ropa usada, ya debía haber tenido varios años encima, el jeans estaba gastado (casi blanco), pero tenía todos sus botones y se encontraba en perfectas condiciones. Esa chaqueta consolidaba mi gusto por el rock, pero con un estilo entre Grunge y Glam, – ya se marcaba una tendencia más que el uso per sé- . 
Con esa chaqueta me sentía el más bacán, así no más. Era como si me diera confianza automática al usarla. Le di como caja desde el 2001 hasta el 2008, quizás más, cuando derrotada ya estaba deshilachada entera. Los hilos colgaban de todas partes, yo crecí un poco también y entre todo ese desgaste caché que había que abandonarla. No la regalé ni nada de eso. Le hice un funeral y lamenté su deceso. Tuve mucha pena durante un tiempo, hasta que lo superé. No fue fácil, y eso hasta congeló un poco mi búsqueda del abrigo ideal.
4.- La siguiente está en esta lista más que nada por su fidelidad. Es una chaqueta de cotele muy clásica y sin nada de especial. La adquirí el 2001 y hasta el día de hoy la uso eventualmente. Es esa típica cosa que uno se puede poner para salvar cualquier ocasión. Abriga lo suficiente, se ve más o menos bien y está en perfecto estado. Es la polifuncional que todos deben tener en el equipo y que sin sobresalir, destaca por su regularidad. Tiene además una connotación familiar bien potente ya que la compré con mi madre y en general, incluso desde recién adquirida, ha estado distante de carretes. Es precisa para los domingos y para ir a tomarse un helado tranquilo. Actualmente, reside en Puerto Varas, donde es usada cada vez que voy.
Era perfecta.
5.- La chaqueta que viene a continuación es la que menos duró en mi poder de las diez. En un viaje a Argentina allá por el 2004, todos en mi familia nos mandamos a hacer chaquetas de cuero. Elegíamos el modelo y nos tomaban las medidas. Era lo máximo aspirable a una chaqueta de este tipo. La mía me dejó loco, era todo mi gusto, me daba un perfil más adulto y definitivamente quedaba perfecta. Hasta que un día, uno o dos meses después, me la pelaron magistralmente en una fiesta. No hice nada para que eso sucediera, la tenía a mis pies mientras bailaba y en un despiste no la vi más. La fiesta en cuestión era de un amigo y al finalizar muy enojado y buscando venganza me hice de dos chaquetas para reemplazar la mía. Como es lógico, ninguna reemplazó nada, ni estuvo ni cerca, y pasaron sin pena ni gloria de mis manos a otras cualquiera. Fue el robo sufrido que más me ha marcado, me enseñó a no soltar nada y a estar con la vista atento de toda posesión que se encuentre conmigo. 
Muy parecida.
6.- Esta chaqueta era muy regalona desde 2008 hasta no me acuerdo su final. Era de un corte similar a la de jeans ochentera, pero de un cuero falso y con características tipo aviador, con cuello y muñecas forradas por el exterior. Aun me acuerdo que me costó 5 mil pesos y eso me tenía saltando en una pata cada vez que me la ponía. Me sentía orgullo de tener gustos tan baratos y de poder vestirme sin gastar muchas lucas. Esta chaqueta sería el hito que le da un puntapié inicial a mi perfil de consumidor buscador de ofertas, actitud comercial que todavía me representa. Además, con ella estuve en el cumpleaños que más me ha gustado y por ello también tiene ciertas connotaciones que elevan su categoría.
7.- Esta es la primera parka del listado. Era una parka Rescue, para la lluvia, nieve, muy abrigada. Me gustaba harto, tenía detalles por todos lados y me sentía un profesional del frío. Pasó a mis manos el 2009 tras un préstamo sin retorno estipulado que le solicité a mi hermano, que apenas la apreciaba. Me acompañó hasta el 2010 hasta que su dueño la recuperó. Nunca se la he visto puesta. Esta fue también la primera parka que empecé a ocupar para salir, ya que antes las tenía limitadas sólo a condiciones extremas en casos especiales. Fue una buena solución a mis fríos permanentes.
Idéntica.
8.- Después vino un regalo de mi padre que llegó a reemplazar a otra. Era una parka Lippi de plumas. La primera tenida outdoor relativamente pro que tuve y que vino a reemplazar una de estas parkas baratas de multitienda que aunque salvan, pesan y ocupan mucho espacio. En cambio la Lippi era suave, liviana, se comprimía a lo mínimo y abrigaba mucho. La heredé cuando viví en el sure, por lo que apañó mucho en esos tiempos y cumplió a cabalidad con sus exigencias. El problema fue que ya estaba desgastada y tras tenerla unos 6 meses se me rajó un brazo sin darme cuenta. Luego la tuve otros 5 meses con el hoyo tapado con huincha aisladora inventando un parche en forma de X. Excelente arreglo, por cierto, hasta que fue suficiente y decidí reemplazarla por una igual, pero Doite que actualmente uso.
 
Regalona actual.
9.- Después de tanto cuero, quería más. Me faltaba una chaqueta negra más rockera que me hiciera eco a mis gustos y preferencias. La busqué por mucho tiempo, en muchos lados, hasta que un día encontré a la que era.
– Sí, esta es, pensé en ese minuto.
La tienda era de esos boliches únicos, que apenas caben 2 personas adentro y donde todo esta encima de algo o tapando algo. Me atendió un metalero trasher clásico muy buena onda y nos quedamos como una hora conversando. La tengo y sigue siendo una regalona, y definitivamente de las que me pongo es la que creo me sienta mejor, aunque eso es contrariado por mi círculo que muchas veces ha emitido comentarios individuales como que me queda grande o cosas así, estupideces ingenuas de la gente. Esta es la chaqueta que toda persona que se crea medianamente rockero debe tener si o si, es la infaltable, es la de los conciertos, la del carretes en barrios peligrosos, la de carretes vieja escuela. 
Yo la veo igual.
10.- Por último, tenemos el primer cortavientos del listado. Es una chaqueta Lippi, de esas ultra tecnológicas. Representa mi primera compra con holgura y sin obstáculos presupuestarios. También fue conmigo a las Torres del Paine, viaje reciente que me airió después de muchas tensiones laborales y sobreviviencia financiera. Además, es el icono de una nueva veta en mi closet por ropas técnicas, donde se prioriza la calidad y comodidad y el estilo cede un poco. Aunque claro, cuando me la pongo me siento altiro que estoy en condiciones extremas, aguantando e imaginando adversidad inexistente. Ya tiene 2 años y fuera del cierre que falló al par de meses de tenerla, el resto se mantiene realmente como nueva, ni un desgaste, aunque nunca he podido encontrar la tienda perdida que supongo estará en algún barrio de Providencia, Ñuñoa o el centro.

33 thoughts on “Crónicas de chaquetas”

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