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La crisis en Chile: esto es más que eso (2015)

La crisis de Chile se replica en el mundo por área o por industria, pero no integrada. Esto es un absoluto.

La crisis de Chile incluye desigualdad tributaria, desigualdad de salarios, empleos indignos, empleabilidad desregularizada de técnicos, casuales y profesionales, extrema maximización de las utilidades inconsciente y anti ética, ejercicio dominado por los protocolos y la burocracia,  justicia y parlamento manipulados, el deporte como un problema de costos, el medioambiente como un cuento bonito de fantasía, centralización explosiva, democracia inventada de mentira, minorías aplastadas, colusión por redes, artes suprimidas -libros y otras manifestaciones con IVA e incluso otros impuestos asociados, pero el precio más barato de Latinoamérica en cigarros y alcohol-, mafias locales, flaites -de los callejeros y de los peces gordos- que se toman zonas con autoridad y hacen daño a diestra y siniestra, instituciones uniformadas que caen como soldaditos de plomo en el sistema que los abraza con sus vicios, políticos que todavía discuten polarizados -y además no hacen la pega-, personas angustiadas y asustadas y que por lo mismo replican los abusos de los que son parte -con el mismo egoísmo que recibieron de otros-, débiles como nación en educación y en salud, poderosos en FFAA y potencia mundial en salarios del Estado, un país sin desarrollo real dependiente de las materias primas, ayudar -como los bomberos- es un acto voluntario y personal, con un SENAME desastroso -de las instituciones más importantes para el país-, un Sernac sin autoridad que es como un bufón en sociedad, bancos y gigantes del retail que se coluden a voluntad y tratan a los consumidores como moscas molestas, candidatos que ya fueron -¿como es posible que personajes de un pasado obsoleto sean la promesa del futuro?-, servicios básicos que abusan de sus usuarios a diario -revisen reclamos de las telecomunicaciones, de gas, agua, luz, es impresionante-, una justicia condicionada por sensaciones -para que decir que aún existen los notarios-, generaciones incapaces de conversar entre ellas -la intolerancia y desconfianza heredada como práctica-, pueblos de gran valor cultural que el mercado hace desaparecer, miles de operadores políticos que solo calientan asiento, empresas que no se responsabilizan por el entorno -movidas por sus líderes son ejemplo de codicia, arrogancia, avaricia-, políticos que funcionan en base a la próxima elección -suelen patear los proyectos emblemáticos y conflictivos al siguiente-, manifestaciones populares que suman cientos de miles, pero que no producen ningún efecto más que una nota manipulada en el diario o unos segundos en TV, discusiones estériles que colapsan los canales informativos y la escasa conversación, apatía total de todas las autoridades del país públicas o privadas, gente que quiere hacerlo mejor, que invierten su vida y sus recursos y lo único que encuentra es adversidad intencionada, monopolios concertados en varias de las principales industrias que arrasan con los pequeños como si fueran tsunamis comerciales.

Todos los países tienen problemas. La larga lista mezcla situaciones de niveles diferentes. No hay comparación con el vecino que exista.

Soy patriota reconocido sabiendo lo que dicen los autores del concepto -soy por nuestro pueblo, nuestra geografía, nuestra historia- y creo que en Chile llegamos a un nivel intolerable e inaceptable de abuso y de corrupción, de malas prácticas como único formato.

Creo que los grandes y poderosos empresarios han hecho mierda nuestra tierra -y no solo eso-, creo que los políticos han sido actores protagonistas de esta destrucción y creo que los medios, encargados por escuela a ser actores de equilibro y apoyo social, han sido unas lacras dependientes de los otros poderes y son presas del sistema y del mercado y terminan por configurarse como morbosos y básicos.

Creo que la marea roja (escrito el 2015), las termoeléctricas y otras fábricas, los incendios, los aludes del norte, la crisis forestal; todos desastres piezas del mismo engranaje, tienen responsables con nombre y apellido, pero ellos NO están tras los barrotes. Y todos son desastres responsabilidad de industrias específicas.

Creo que Chile ha sido muy ingenuo y ha permitido mucho. Y creo que lo seguimos haciendo, eso debe terminar. Hay mucho ruido, la gente está enojada, pero lo que se ve después es que por influencia material las personas votan como les ordenan y luego de comenzar los mismos como externos, -sangre nueva inocente- ingresan al poder y se corromper como sus antecesores.

Creo que hoy esto es una oportunidad, pero me aterra pensar que aún hay algunos que piensan que este tren va bien o que creen que pueden pasar sin involucrarse, que no les llega, que no los alcanza. Algunos que piensan que esto es pasajero -no lo es, prácticamente todos estos lamentables resultados son producto de estamentos legales o de una herencia que funciona como un legado en grandes instituciones- y por tanto; hay que cambiar la constitución y leyes, no es un tema contingente, sino histórico.

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