Precio versus valor

Lo he conversados con varios amigos y es que es un tema que da para reflexionar dentro de la economía social y la nueva tendencia en economía conductual.

Resulta que siempre he creído en una diferencia entre lo que es el precio de los productos y el valor de las cosas. Hace años comencé a encontrar que acá en Chile había muchos objetos con precios que no tenía relación con el valor que uno como usuario les otorga. En síntesis, encontraba que el mercado ofrecía precios bajos a cosas de alto valor o viceversa. Esto, antes de las olas de colusiones –que insisto- seguirán apareciendo.

Las cosas tienen precio y valor. Puede que haya muchas cosas con alto precio y escaso valor como puede que haya cosas de bajo precio y alto valor. Como decía, en Chile la diferencia es enorme, abismante por decir lo menos. En Australia comprobé una sinergia más adecuada en estos temas, un equilibrio de precios que en estos lados no existe.

Acá un remedio que debería costar mil pesos te cuesta 8mil y una polera que debería costar a lo más 10mil te puede costar hasta 40mil. Hay muchas variables que influyen en el precio, sin embargo yo apelo a tendencias a largo plazo.

Un buen ejemplo es el caso de los chalecos reflectantes. Se promulgó una ley de obligación de porte en el vehículo y de un día para otro la demanda se disparó. En esa época, el chaleco no se encontraba en el comercio por menos de 5mil pesos y hoy, 3 años aprox. después el chaleco vale máximo 2 mil pesos. Es el mismo objeto y nunca, por mucha demanda que tuviera debería costar más de 3 mil pesos.

Otro caso son los celulares y tecnología en general. Acá, como vivimos en el culo del mundo las importaciones son caras. Así lo entendieron los consumidores, pero los proveedores vieron otra cosa; hay un enorme margen de utilidad. Algo que en China vale mil, acá se puede vender a 10mil, fácil. Es así como los precios son ridículos. El mercado chileno prácticamente dobla los precios de productos chinos en tecnología y eso sucede solo porque vendedores ven ese margen que menciono, que el consumidor no ve o que prefiere omitir y ahorrarse la letra chica y obstáculos.

Un ejemplo que me llamaba mucho la atención era una vendedora de Puerto Varas llamada Vicky Johnson. Ella era una premiada emprendedora en la zona, invitada a seminarios y metida en el acontecer. Yo me percaté que todos los productos de su tienda tenían precios altísimos; tipo una pequeña figura de greda a 15mil pesos. Averigüé y supe que ella tenía una política abusiva comercial, comprando todo barato a pequeños artesanos de la zona que no tenían puntos de venta y después revender a un 600 a 800% más, incluso, cuando le ponían etiquetas o identificativos branding ella los sacaba y ponía los propios, algo así como decirle al cliente que el producto viene de su propia factura. También, muchos de sus productos podían ser encontrados en cualquier lugar en Santiago, pero más escasos en Varas tenían un sobreprecio de 300 a 400% y nuevamente, origen eliminado.

En todo este análisis los economistas podrían argumentar para muchos lados, pero me parece que es una comparación válida. Sobre todo con la experiencia en el extranjero y ver que un café no debería costar más de 2 lucas en ningún lugar, cosa transversal que no sucede en nuestro país y creo que va dirigida a la misma crítica que suelo hacer: acá los empresarios se acostumbraron a un sistema de malas prácticas que incluye financiación a la política, sobresueldos, fraude tributario, salarios indignos, condiciones laborales esclavistas, etc.

¿Te ha sucedido comprar algo y pensar que no vale lo que estás pagando?

De eso hablo.

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