¿Cuánto somos como creemos?

A raíz de una conversación en la que se tocó el tema de las constelaciones familiares, sumado a unos llamativos experimentos de los cuales tuve conocimiento años atrás, es que escribo esta reflexión sobre cuanto realmente elegimos ser.

En general, la gente y sus perspectivas positivas sobre la vida, como muchísima de la sabiduría universal, replican el mensaje de que la vida depende de uno, de que puedes cumplir tus sueños y ser quien quieres ser.

Eso es cierto. Y eso es falso. Y es que, si bien es cierto que tú puedes elegir tu destino con actitud en base a acciones y hábitos, también es cierto que desde antes del nacimiento se configura una personalidad que nos pertenece más allá de lo que queramos, un código que supera la influencia del entorno y de ciertas personas en nuestras vidas, aunque tengan una reconocida autoridad.

Los estudios a los que hago mención son comunes desde los 50’s hasta los 80’s en varias partes del mundo, cuando se comenzó a estudiar la conducta de gemelos separados. Los casos son muchos y variados. Los resultados, alucinantes.

En estos experimentos, los comités respectivos concluyeron que “las similaridades se encontraron en temperamento, hábitos y costumbres, gustos y preferencias, expresividad y comportamiento social”.

Es impresionante el caso de dos gemelos, uno criado en una Alemania católica y nazi y el otro en el Caribe. Un judío que posteriormente se radicó en Israel. Basta proyectar las diferencias de vivencias entre uno y otro, sin embargo, ambos leían las revistas de atrás para adelante o tiraban la cadena del excusado antes de orinar y no después, entre otras semejanzas increíbles.

En este sitio consulting explican que “en la mayoría de los casos, la persona no cambiará su temperamento (agresivo, pasivo, explosivo, etc.), hábitos o costumbres (puntualidad, tics, presentación personal, etc.), gustos y preferencias (preferencias en comidas, colores, intereses, etc.), expresividad y comportamiento social (introversión, extroversión, timidez, nivel de sociabilidad)”. Y agrega: “no es sensato pensar que para ser un mejor gerente podrás cambiar tu personalidad. La mayoría de las personas fracasarán en esta tarea”.

En el otro hemisferio imaginemos: Juan viene de Europa. Es chileno cuarta generación descendiente ruso. El dice ser un chileno común y corriente, sin traumas graves. Una persona con ese pasado acarrea genéticamente una carga, heredada de sus antepasados, por ejemplo, la guerra, y no hay absolutamente nada que ese, o cualquier sujeto en su misma posición, pueda cambiar sobre esas experiencias que lo anteceden y que el sujeto hereda.

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Por ende, en base a los estudios y las disciplinas que rodean esta reflexión, cabe replantearse como educamos y como nos comunicamos y que, a pesar de que uno puede generar comportamientos a punta de coscachos, la verdad es que esas manipulaciones paternales del individuo replicarán en la vida futura del niño, principalmente por medio de miedos y falsas creencias desarrolladas por que, a pesar de lo que él siente, las autoridades en su vida intentan adaptarlo a unas formas que no corresponden a su esencia. Una dualidad contradictoria en vida que confunde a cualquiera.

En lo personal, no creo que los sueños sean imposibles ni que no se pueden producir cambios profundos en la personalidad, planteo que es algo anti natural y que la gran mayoría, por mucho esfuerzo que le ponga a ese desarrollo, terminará fracasando, porque eso que quiere cambiar, es más profundo de lo que el sujeto puede comprender.

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