Sr. Título y el fantasma

Yo estudié periodismo. Que noticia, ¿no?
 
Pero escribiendo en serio, aunque nada lo sea tanto, pero en la simple para evitar el ruido caligráfico, se prosigue.
 
Hay en todo texto un elemento en específico que tiene una relación especial con una parte importantísima de cualquier escrito. Es su rostro, es la fotografía y el currículo de lo que se leerá a continuación. Esta figura tan importante es, como deben suponer, el famoso Título.
 
Conversando en la U con un compañero menor desarrollamos ampliamente el tema. En lo primordial, el cuando era indicado crearlo.
 
Excluyendo la responsabilidad que el tipo que comunica tiene para atraer al lector, sin decir mucho, pero diciendo algo, el título tiene un procedimiento de elaboración multi teórico.
 
Así, el tema con mi compañero se llevó a el cómo lo hacía cada uno para escribir el título. 
 
Si comenzaba por éste o sólo lo colocaba al final. No faltó el “a veces” se me ocurre entremedio de lo hecho.
 
Y yo la verdad es que no podría decir nada al respecto. Nada concreto.
 
En algunas ocasiones yo escribo la columna a partir del título que es lo primero que se me ocurre, otras, como es obvio y repetitivo en este mensaje, sólo se me ocurre al final. Incluso me pasa que termino con el punto final y no sé como nombrar lo escrito.
 
Eso último es una verdadera lástima, principalmente para un personaje como yo que se jacta, más en proyección utópica que en una realidad palpable, lo creativo que soy y lo bien que escribo. 
 
El reglamento nos dice que nadie puede piropearse a sí mismo, sin embargo, yo creo con fidelidad que el primero que debes gustarte es tu mismo. Pero bueno, para variar pierdo el hilo mientras escribo. Es que lo que me pasa es que yo voy tipiando mientras las cosillas se me vienen a la mente y son escritas de inmediato sin proceso de filtro o algo semejante.
 
Pues bien, volvamos a los títulos.
 
Me terminaron preguntando por una recomendación y yo dije lo más tonto y sencillo que se puede aconsejar para el caso: pon lo primero que se te vaya a la cabeza.
 
Y eso es, de eso se trata. Si nace antes, al medio o al final, da exactamente lo mismo. El título debe ser la síntesis máxima del mensajes que deseabas expresar cuando escribiste lo que se mecanografiaba.
 
Y como mucho en esta vida está el ángulo divertido. El compañero en cuestión no existe, pero ante la falta de alguien que me siga la idea lo mejor es crear a quien nos dirá lo que esperamos escuchar.
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