Turbulencia

¡Turbulencia!

¡Turbulancia!

Escuché la voz de miedo de la tripulante. No era eso lo que decía. Eso sucedía en mi cabeza.

Insegura, con una frecuencia irregular en su voz transmitía más inquietud que calma.

Mi trasero se siente en una batidora. El avión tirita como si una mano enorme lo agitara desde los cielos. Una fuerza innombrable.

Los pasajeros se ven tranquilos, como autómatas de la TV, aún ensimismados en sus aparatos electrónicos, absorbida su atención por la luz de los mismos, mientras yo escribo esto desde el mío, equivocándome en cada tecla por el movimiento de la tormenta aérea.

Tengo hambre y pienso ¿Qué como para alimentarme si hay una tragedia?

Ya habia hecho mis buenas migas con uno de los tripulantes. Mientras la gente subía hablamos de su trabajo, de la empresa, de la contingencia. Recuerdo que me comentó que solo le quedaban 5 sandwiches, pero no recuerdo nuestros rostros de ingenuidad sobre el fin de nuestro futuro.

¡Turbulencia!

¡Turbulencia!turb3

Pienso para mis adentros nuevamente.

Tengo una parka que adoro cubriéndome las piernas. El aire acondicionado está helado o más bien la calefacción baja.

Escucho una lata que se abre unas tres filas más atrás. Tengo sensación de sed. Ese sonido del tap resuena en mis oídos. O en mi memoria.

De pronto, un impacto y todo desapareció. Quedaron estas palabras en un texto sin terminar que alguien, creyéndose con la capacidad de emularme, emitió.

No me confío, pero acá en el infinito la confianza no es tema.

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