El tránsito también se aprovecha de la letra chica

En un mundo algo confuso y veloz, donde los acontecimientos suceden rápido y sin aviso, mientras el lenguaje se globaliza e Internet acerca los distintos puntos de este planeta, es en esa situación actual en la que la señalética se vuelve una herramienta imprescindible para la buena comunicación visual, en especial, en espacios masivos o populares.

Podríamos entrar a hablar de la señalética en el metro o en los centros de eventos como una gran pérdida en infraestructura local en Chile, pero nos abocaremos a esa señalética en la punta de la pirámide: en autopistas y carreteras.

Una vez conversando en Twitter con un ingeniero en transporte me contaba de la baja calidad que tienen los carteles y accesos en nuestro país. Avisos que no transmiten nada e incluso unos erróneos que producen accidentes para producir sobretodo, mucha molestia a los usuarios por generar atochamientos donde no debería haber.

Así, el tránsito se maneja política o económicamente, como muchas de los elementos importantes en una sociedad civil. Sin embargo, ni la señalética ni los accesos tan mal implementados son prioridad para ningún gobierno, no necesariamente por su poca relevancia, sino más bien porque el status actual de las autopistas permite recaudaciones altísimas.

Y los accesos de la carretera son un eslabón más en esa cadena. Pues bien, la autoridad hace poco por la señalética o arreglos por cuanto las autopistas cobran más gracias a la tarifa por congestión. O sea, la autopista te cobra tres veces más, no menos, si hay taco que no avanza, te sale más caro, lo que ya es contraproducente. Y eso, aumenta la utilidad y consecuentemente, la recaudación de impuestos.

Entonces, autopista y gobierno prefieren mantener las cosas como están en base a intereses creados que poco tienen que ver con el bienestar de sus usuarios. En un parque automotriz con un crecimiento de 400% anual, aún en alza constante año por año, parece ser que esos aparentes detalles son más que la suma de su omisión.

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