La Economía del Cariño

Estaba yo haciendo un curso de marketing digital en #Foxize cuando en una conferencia grabada desde España le escuché a @MarAbad, emprendedora fundadora de @YorokobuMag, un concepto del que estoy en completo acuerdo, pero que con el que por el contrario, varias veces he recibido contraposiciones.

Ella habla de las condiciones al inicio y cómo empezó el emprendimiento,  destacando como un pilar fundamental en el proceso la ayuda de familiares o amigos para tener acceso a servicios profesionales que sumando producen un alto costo. Inaccesibles financieramente en el génesis del proyecto.

Ella define estas ayudas como la Economía del Cariño. Si tienes un amigo fotógrafo te puede hacer las fotos o un amigo que edite, te puede ayudar con los textos. Fácil y simple.

Yo, en lo personal, cuando estaba iniciando una empresa y hasta hoy -2015- me inquieta mucho que solicito ayudas que necesito para mi emprendimiento en materias como diseño y recuerdo una constante respuesta opuesta a mis intereses.

Esto es, amigos profesionales que no estaban dispuestos a sacrificar un poco de su tiempo en ayudar y eventualmente cooperar con el negocio de un amigo. Los argumentos se repetían: “debes valorar tu trabajo y cobrar por él”, como si estuvieran educados en una línea conductual.

DQywtzRX0AALnjhMuchas veces, buscando más opiniones pregunté a compañeros laborales, o personas con más experiencia o recorrido y casi todos replicaban lo mismo: “no trabajo gratis, ni a un amigo#, me repitieron.

Una falta de solidaridad que me impresiona en un país de pymes. En un círculo, tanto laboral como de amigos de emprendedores, y sin embargo, prestar ayuda parece ser en el inconsciente colectivo una acción no recomendable.

Me parece una absoluta contradicción de principios y nula empatía laboral en un contexto que, para la gran mayoría es espacio común: partir con limitados y escasos recursos, tanto económicos como de conocimiento.

Esto me lleva a otro concepto diferenciador de la idiosincrasia de los chilenos. Somos tremendamente generosos, pero para nada solidarios. Esta diferenciación no es menor. Un país que ante tragedias tiene una ciudadanía comprometida que responde, pero que en el día a día todos pujan, olvidando consecuencias, por lo suyo, su espacio, sus utilidades.

Otra más de una sociedad educada y desarrollada en base al frío sistema neoliberal que le llaman. En el que utilidad y egoísmo parecen ser sus términos identificadores.

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