¿Por qué soy culpable?
Ese día tuve que llamar a mi madre, a rienda suelta de lágrimas y angustia. Me sentí tan estúpido, vulnerable y débil que decidí desde ahí nunca cargar con aquellos defectos o debilidades.
Ese día tuve que llamar a mi madre, a rienda suelta de lágrimas y angustia. Me sentí tan estúpido, vulnerable y débil que decidí desde ahí nunca cargar con aquellos defectos o debilidades.
Hay en todo texto un elemento en específico que tiene una relación especial con una parte importantísima de cualquier escrito.
Esto nos pasa a todos una que otra vez, pero hay otros para los que esta forma de comportamiento ya es parte intrínseca de su personalidad y ni lo saben.
¿Se han fijado la similitud corporal de algunos rostros, muchas veces acompañados de comportamiento parecido o tonos o posturas, incluso hasta tics o manías?
El fenómeno me sigue llamando la atención porque demuestra un desinterés en el otro de proporciones incalculables.
El tocarla, sentirla, es una bienvenida a nuestro organismo que espera ansioso el bocado.
Que me esperará más allá y sólo nace una intensa picazón en el núcleo de la curiosidad, una sensación que sólo llama a buscar y probar.
Esa que aparece sonriente cuando uno la llama, pero su expresión cambia cuando su presencia es involuntaria.
Un hombre con el rostro vívido de batallas mostraba sin vergüenza su ojo izquierdo falso de un color calipso.
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